Las ECA son organismos estatales, Agencias de Crédito a la Exportación y de Seguro para la Inversión.
Cuando
los organismos financieros de los países del Norte conceden préstamos
para proyectos de desarrollo en el Sur, acompañan dichos créditos con la
exigencia de sean empresas de los países industrializados las que
proporcionen los materiales e insumos necesarios o se encarguen de la
propia ejecución del proyecto. Pues bien, parte del financiamiento que
van a necesitar dichas empresas es proporcionado por las ECA además de
asegurar y garantizar a las empresas intervinientes, de manera que éstas
no terminan perdiendo nunca.
Casi todos los países
industrializados cuentan con una de estas agencias, por lo menos. Ellas
proveen préstamos y seguros garantizados con dinero público, a empresas
privadas de su país. El objetivo es absorber el riesgo político y
comercial de operar en países inestables. En el año 2000 proveyeron
500.000 millones de dólares.
Las ECA juegan un papel central en
la privatización y venta de empresas públicas de países endeudados, dado
que financian y aseguran a las empresas occidentales compradoras.
El estado español tiene su propia ECA: la CESCE (Compañía Española de
Seguros de Crédito a la Exportación) Su página web es www.cesce.es y su
capital es mixto.
Si reparamos en que la deuda externa total de
los países del Sur con el estado español era de 9823 millones de euros
en 2004, resulta llamativo que el 52% de dicha deuda tenga su origen en
operaciones fallidas protegidas por nuestra ECA. ¿Cómo es posible esto?
Porque la ECA requiere, para dar su aval y por tanto, para posibilitar
la ejecución del proyecto, de la garantía del país receptor de la ayuda.
De esta manera, como el empresario español no pierde y siempre es
indemnizado por la aseguradora (CESCE), el monto de la indemnización
pasa automáticamente a considerarse como deuda externa oficial, de país a
país, aunque haya empresas privadas de por medio.
En
definitiva, son los pueblos del Sur los verdaderos aseguradores de los
negocios privados occidentales en sus países, y a intereses muy altos,
aunque los proyectos terminen siendo ilegales por corrupción o soborno.
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