martes, 6 de diciembre de 2011

Historias de la Biblia I

Hoy traemos a vuestra consideración la historia de Ananías y Safira, que puede leerse en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Hay que tener en cuenta que tras la muerte de Jesús, los apóstoles pasaron a administrar los bienes de todos sus seguidores, bienes puestos en común muy oportunamente, como apreciamos en esta lectura bíblica:
Hechos 4
 32. Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía que era suyo nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.
 33. Y los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con gran poder, y había abundante gracia sobre todos ellos.
 34. Así que no había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el producto de lo vendido
 35. y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.

Con estos antecedentes pasamos a transcribir la historia de Ananías y Safira, acompañada de una ilustración donde hemos añadido un elemento (en color), que pensamos que falta y que sería el más importante de la escena.

Hechos 5
1 Pero un hombre llamado Ananías, con Safira, su esposa, vendió una propiedad
2 y se quedó con parte del precio, sabiéndolo también su esposa; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. 
3 Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué ha llenado Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo y te quedases con parte del precio de la heredad?
4 Reteniéndola, ¿no te quedaba a ti? Y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.
5 Entonces Ananías, al oír estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron.
6 Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron.
7 Y pasado un espacio como de tres horas, sucedió que entró su esposa, sin saber lo que había acontecido.
8 Entonces Pedro le dijo: Dime: ¿vendisteis en tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto.
9 Y Pedro le dijo: ¿Por qué os pusisteis de acuerdo para atentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti.
10 Y al instante ella cayó a los pies de él y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron y la sepultaron junto a su marido.
11 Y vino un gran temor sobre toda la iglesia y sobre todos los que oyeron estas cosas.
El que tenga oídos, que oiga.

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